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El síndrome de Estocolmo

Nadie nos dará lecciones. Hace veintidos años ya teníamos claro el panorama con el chavismo. Publicado en Caracas, viernes 09 de octubre, 1998 EL UNIVERSAL Alberto Franceschi Cuando analizábamos la 'corrida' de intelectuales y figuras políticas de renombre virtual hacia el apoyo de la Constituyente, planteada por el chavismo, un eminente psiquiatra nos recordó que estábamos en presencia del típico 'Síndrome de Estocolmo'. Se designa así el sentimiento de solidaridad que en medio del pánico arrastra la víctima a defender 'buenas intenciones' de su secuestrador o victimario. El caso más grotesco que recuerdo fue el de Patricia Hearst, hija del famoso multimillonario californiano, quien, asaltando bancos, terminó siendo parte de la rocambolesca banda que la secuestró: el 'Ejército Simbionés de Liberación'. Sin dificultad, luego de meses de prisión, después de ser capturada con los sofisticados malandros, Patricia pudo volver a sus millones demostrando inocencia por haber sido intoxicada ideológicamente a niveles extremos. Conservando las distancias quiero traer a colación, la sorpresa que nos embarga cuando se le da obligada notoriedad a un grupo de personalidades que andan propagando las virtudes de la Constituyente como salvación nacional. Me puse a sacar la cuenta y la gran mayoría tienen algo en común: Todos son perdedores. o fracasaron en sus golpes de Estado, o sus liderazgos perdieron vigencia y los devoró el olvido, o guardan en sus almas reconcomios indescifrables. Las únicas excepciones son de otra estirpe: por la notoriedad venderían su progenitura. Estoy dispuesto, sin embargo, a que admitamos otras excepciones: los que padecen el Síndrome de Estocolmo. Nuestros intelectuales notorios, es decir los consagrados y mimados en razón al respeto que merece su erudición, o más corrientemente los asomados del mundillo centralista, se han puesto de acuerdo en anteponer 'su Constituyente' a la Chávez. Argumentan enojados que a ellos se les ocurrió primero. Suena algo así como 'este es mi negocio y no me lo vas a quitar, yo tengo años diciendo mi guarandinga y soy consultado cada vez que el tema se pone de moda'. El problema surge cuando uno escucha sus argumentos en detalle. Todos están resignados a que Chávez gana las elecciones. Todos se sienten en la obligación de moderar a Chávez para que la Constituyente que vendría abandone la temática dictatorial y preserve derechos inalienables. Loables intenciones. Tienen razón pero van presos. Ya estamos viendo las primeras consecuencias, Chávez, ni gafo que fuera, está tomándoles la palabra para decirles: ...vamos a hacer un solo paquete... Me gusta tu Constituyente... te cambio un pedazo tuyo por un pedazo mío y así todos ganamos. Y así terminó el cuento mediático de la Constituyente. Caballo de Troya del chavismo. El derrotismo ante Chávez es hermano gemelo de los galimatías jurídicos que evaden el debate. ¿Qué se discute? Que Chávez, quien está, por ahora, punteando en las encuestas quiere arrasar con todo el régimen político de los últimos cuarenta años y para ello propuso convocar una Constituyente. Es ese el tema. Ese es el lenguaje del secuestrador. Ese es el nicho de la temática chavista. El que entre a mejorarle la plana al señor Chávez, en medio de esta campaña, está en el terreno que él escogió para hacer rehén a los que se dejen. Este intercambio de pomadas entre culebreros, que presentan en cajitas distintas el mismo ungüento bueno para el hígado, el mal de amores, la migraña y para combatir 'el mal olor de los pies', debe ser desmontado por quienes no padecemos del síndrome de Estocolmo, Chávez es derrotable y por amplia mayoría, para que no se le ocurra irse a nuevos alzamientos que habría que aplastar en seco, en cuestión de horas; si es que 'el comandante' sigue con su manía de arruinarle otra década al país. La ira constituyentista nos lanzó el dardo de que éramos ignorantes quienes decíamos que con constituyente no se va al mercado. Se imaginan quizás en el Olimpo de sus sapientes algarabías eruditas, que nunca estudiamos las constituyentes, sus orígenes y sus consecuencias en cada etapa del ascenso de las revoluciones democrático-burguesas del mundo, o la función que cumple la propuesta de constituyente como palanca de movilización revolucionaria, en este siglo, para dar al traste con regímenes maltrechos o dictaduras fenecientes. Me imagino que admitirán a quien ha peleado personalmente por unas veinte en todo el mundo, muchas de ellas logradas, que no me doy por aludido sobre la ignorancia del tema. Supongo que al candidato Salas Römer, el de más densa cultura y liderazgo, no se le endilgará ignorancia cuando señala que los papeles de trabajo de la mentada constituyente 'sólo sirven para envolver un kilo de papas'. Aquí lo único cierto es que varios pomposos fracasados han resuelto querer hacerle tragar al pueblo la rueda de molino de una constituyente que, planteada en medio de esta campaña electoral, no es otra cosa que un refugio para la cobardía y el derrotismo. El temita de la Constituyente se parece cada día más al escándalo de Mónica Lewinsky... fastidia... No tiene ni pie ni cabeza. Todo el mundo habla de él pero pocos saben que están en juego, sobre todo, las viejas venganzas puritanas, como en la quema de las Brujas de Salem, para ocultar alguna perversión, insolentes privilegios o caprichos del oscurantismo. Si se descorre el velo y se desnuda con Mónica las verdaderas intenciones del fiscal Starr, el fondo del debate es que le sirve a la búsqueda de una ratificación de la mayoría republicana en el Senado, para arremeter contra legislaciones demócratas liberales. Aquí en Venezuela la vuelta al centralismo es lo que une en un solo coro a los defensores declarados o vergonzantes de la Constituyente chavista. Se quedarán con los crespos hechos.




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